miércoles, 23 de septiembre de 2015

Patriotismo, arrogancia y presunción

PATRIOTISMO, UNA AMENAZA PARA LA LIBERTAD 
Anarchism and other essays, 
Mother Earth Publishing Association, 1911  
¿Qué es el patriotismo? ¿Es amar el lugar donde uno nace, el lugar de los recuerdos y esperanzas, de los sueños y aspiraciones de la infancia? ¿Es el lugar donde, en la candidez infantil, mirábamos las fugaces nubes y sorprendidos de por qué nosotros, igualmente, no podíamos correr tan rápidamente? ¿El lugar donde contábamos los millones de relucientes estrellas, acongojados por el terror de que cada uno “debía ser un ojo ”, que nos traspasaba hasta lo más profundo de nuestras pequeñas almas? ¿Es el lugar donde podíamos oír la melodía de los pájaros, y soñar con tener alas para volar, como ellos, a tierras distantes? ¿O el lugar en donde nos sentábamos en las rodillas de nuestras madres, ensimismados por maravillosos cuentos de grandes hechos y conquistas? En pocas palabras, ¿es el amor por el terruño, cada pulgada que representa los más queridos y preciosos recuerdos de una feliz, alegre y juguetona niñez? 
Si ése fuera el patriotismo, muy pocos norteamericanos en la actualidad podrían ser llamados patriotas, en tanto el lugar de sus juegos se ha convertido en la factoría, molinos y minas, mientras que el sonido ensordecedor de la maquinaria ha reemplazado a la melodía de los pájaros. Ni podremos escuchar los cuentos de grandes hechos, ya que las historias que nuestras madres cuentan ahora no son más que de dolor, lágrimas y pesar. —
Entonces, ¿qué es el patriotismo? “El patriotismo, señor, es el último recurso de los sinvergüenzas ”, decía el doctor Jonson. León Tolstoi, el gran antipatriota de nuestros tiempos, define el patriotismo como el principio que permite justificar la formación de asesinos en masa; un negocio que requiere mejor equipamiento para el ejercicio del hombre-asesino que el necesario para fabricar tales necesidades de la vida como zapatos, abrigos y casas; un negocio que garantiza mayores beneficios y mayor gloria que el del trabajador medio. 
Gustave Hervé, otro gran antipatriota, justamente denomina al patriotismo como una superstición, más injuriosa, brutal e inhumana que la religión. La superstición de la religión da lugar a la incapacidad humana de explicar los fenómenos naturales. Esto es, cuando el hombre primitivo oía el trueno o veía el relámpago, no podía explicarlos y por tanto, concluía que detrás de ellos debía existir una fuerza mayor que él. De igual modo veía una fuerza sobrenatural en la lluvia y en los diversos otros cambios de la naturaleza. El patriotismo, por otro lado, es una superstición artificial creada y mantenida a través de una red de mentiras y falsedades; una superstición que roba a los hombres su amor propio y dignidad e incrementa su arrogancia y presunción. (...)
Goldman, Emma (2010). 
La palabra como arma. 
Libros de Anarres, Buenos Aires

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